SERIE: LA PARROQUIA Y SU DESARROLLO EVOLUTIVO EN LA HISTORIA
Por: Limberg Gómez Coutiño
Con el deseo de seguir redescubriendo nuestra identidad cristiana y eclesial, desarrollaremos, a partir de esta reflexión, 5 temas sucesivos en torno a la organización parroquial en la Iglesia; ¿Por qué a esta porción de la Iglesia particular le llamamos “Parroquia” y cómo se fue desarrollando y consolidando la organización parroquial? ¿Cómo fue la organización eclesial de las primeras comunidades?
Antes que otra cosa, es bueno acercarnos al concepto mismo, a fin de percibir su profundidad y grandeza, así como su contenido esencial que le hace ser, MÁS QUE UN “CONCEPTO”, una experiencia de fe y vida que merece ser tomada en cuenta a fin de valorar, desde sus raíces y etimología, nuestra pertenencia a una comunidad parroquial…
El sustantivo “parroquia” del latín paroecia o parochia, proviene del griego παροικία (paroikía) y significa “vecindad”, πάροικος (pároikos) significa “vecino” y el verbo παροικέω (paroikéo) “habitar cerca de…” “estar situado junto a…”. Consiguientemente, la paroikía o “vecindad” está conformada por aquellos que “viviendo junto a” los demás πάροικοι (pároikoi) comparten no sólo un espacio geográfico sino incluso un contexto y características semejantes de estilo de vida.[1]
En la biblia de los LXX, πάροικος (pároikos) equivale a “ser extranjero” o “emigrante” y παροικία (paroikía) significa tener “residencia en un país extranjero”, indica vivir como forastero en otro país, con cierta garantía de protección por parte de la comunidad, aunque sin derecho de ciudadanía; en el AT es, por tanto, la porción del Pueblo de Dios que vive en el extranjero sin derecho de ciudadanía local.[2] En el NT, πάροικος (pároikos) sigue indicando “extranjero” e incluso “forastero” o “advenedizo”: “Así pues, ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos [πάροικοι], sino que son conciudadanos de los santos y familia de Dios” (Ef 2,19). En la 1ª Carta de Pedro παροικία (paroikía), es la comunidad de los que están “de paso” o en situación de “emigrante y peregrino”: “condúzcanse en temor durante el tiempo de su peregrinación [παροικίας]” (1Pe 1,17); y también: “Amados, les ruego como a extranjeros y peregrinos [πάροικους], que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el alma” (1Pe 2,11). El cristianismo de los primeros siglos en su proceso de configuración fue, por un lado, receptor de la herencia judaica, por otro, le tocaría vivir una inevitable influencia del mundo grecorromano, de ahí que el mismo vocablo paroikía, en su sentido propiamente cristiano, se entremezcla un doble significado: por un lado indica “vivir en vecindad”, es decir, la paroikía o “parroquia” no es un ente aislado sino una sociedad de personas concretas que viven en una continua interrelación; por otra parte, equivale a la comunidad que en lo más profundo de su ser experimenta una doble realidad el ser: “extranjera y peregrina” en el mundo.
[1] Cf. F. Montanari, ed., «Paroikía», en Vocabolario della Lingua greca, Torino 20042; 1600.
[2] Cf. «Parroquia», en Grande Lessico del Nuovo Testamento, IX, Brescia 1975; cc. 793-830.